En 1986, Andy Warhol (1928-1987) completó lo que se convertiría en una de sus últimas y más complejas series a nivel cultural: Cowboys and Indians. Una colección que fusiona la imaginación histórica con el lenguaje del Pop Art, y que presenta figuras como el General Custer, Annie Oakley, Theodore Roosevelt y líderes nativos americanos como Geronimo y Sitting Bull, todos filtrados a través del estilo inconfundible de Warhol.
En un momento en que Estados Unidos empezaba a cuestionar sus propios mitos, Warhol ofreció una mirada irónica, pero curiosamente reverente, del Lejano Oeste. A diferencia de las imágenes tradicionales del western, situó a los personajes nativos americanos al mismo nivel que las leyendas de Hollywood y los héroes militares. Su representación de un orgulloso Geronimo con un rifle, por ejemplo, desafía las narrativas romantizadas de la conquista.
Warhol no buscaba precisión histórica, sino mostrar cómo la cultura construye la memoria. Apropiándose de imágenes de sellos postales, fotogramas de películas y postales antiguas, reveló hasta qué punto estos símbolos estaban arraigados y comercializados en el imaginario estadounidense.
Cowboys and Indians no solo es visualmente impactante; es emocionalmente potente. Hay nostalgia, pero también crítica. Hay juego, pero también peso simbólico. Y para los coleccionistas, representa una convergencia única: la última década de producción de Warhol, un tema cargado de significado y una serie que une la cultura pop con la identidad nacional.
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